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otoño/

Abandonó el libro como si repitiera el gesto de salir de casa cargando solamente una mochila, sin avisar nada a los padres, dejando un beso quieto en la cara de la abuela, que ya no distinguía entre la salida del niño hacia la escuela y una despedida duradera y llena de aflicción que costaría vencer. Ya en la vereda por la cual alcanzaría el rumbo de su refugio, pensó en la portada del libro no leído; la imagen era una foto que le hubiera gustado haber tomado. Caminó concentrado en las sensaciones que el viento difundía por la calle, decidido a buscar su cámara y salir nuevamente a la calle para encontrar un marco de foto que pudiera capturar toda la melancolía que la ciudad despertaba en él. Yendo por los bordes de su trayecto, las pocas hojas del árbol cuyo nombre desconocía continuaban desprendiéndose de las ramas y se arrastraban en la misma dirección de sus pasos.

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